Nevers es una ciudad de Francia. También es una calle de París. El personaje femenino de «Hiroshima mon amour» es de Nevers. Asimismo, desvela un estado de ánimo, Nevers: desvanecimiento, orfandad, duelo.
Este libro es acaso un ajuste de cuentas con la vida y la declaración de un amor mítico a la madre y al padre. «Soportadme y yo hablaré», dice Angélica, y, con poesía y violencia a un tiempo, nos habla acerando la palabra, bajo la perspectiva de la muerte, para expresar lo oscuro y lo inexplicable. «No puedes fugarte le dice Ingmar Bergman, escribirlo todo tiene que ver con la incapacidad de fuga. Hablas de ti misma para poder existir». Y entretanto, el duelo se convierte en una alucinación en la que también tiene cabida una risa loca y fosforescente.
Dividida en cuatro tiempos, verano, otoño, invierno y primavera, en Dicen que Nevers es más triste se esfuman los límites entre lo narrativo, la poesía, el ensayo, el diario Así, un día sucede a otro y a otro y a otro, palabras y más palabras que van tachando las estaciones de un calendario como una «esquela durante esta temporada en el infierno».