Con Historia argentina, su primer libro (que contiene, dice, el germen de todos los libros posteriores), Rodrigo Fresán causó conmoción y fue considerado el abanderado de la llamada joven narrativa argentina. Aparecidos, desaparecidos, desaparecedores profesionales y amateurs, Mickey Mouse, Eva Perón, golpes de Estado, estados depresivos, Estados  Unidos, tiempo tormentoso, truenos y rayos, hiperconductividad, gurkhas, Lawrence de Arabia, primera persona, tercera persona, gauchos  minimalistas, variaciones Goldberg, montoneros, rock & roll, la calavera de Mozart, inexactitudes biográficas, ciencias  exactas, dulce de leche, drogas duras, yuppies en caída, catástrofes aéreas, ninfas posmodernas, naufragios, islas Malvinas, colegios ingleses, gastronomía hindú, astucias aztecas, campeones mundiales, sueños recurrentes, canciones de  moda, prostitutas ilustres, árboles sin nombre, novelas perdidas, exilio, un prócer amnésico, un escritor que recuerda demasiadas cosas, la imposibilidad de cambiar la historia y el relativo consuelo de poder contarla de otra manera... Como ha escrito Ignacio Echeverría, «la impredecible fortuna de un libro como Historia argentina, con su estética pop, con su  estilo  sincopado y melodioso, con su sincretismo sentimental, invitaba a  señalarlo como manual de instrucciones a partir del cual pergeñar el patrón de una literatura mutante».