Con frecuencia intentamos imponer un diseño demasiado rígido al orden de los acontecimientos que un día imaginamos. Ese trazado vital queda obsoleto, porque las circunstancias, sencillamente, son otras. Escenario y protagonista entran entonces en conflicto (“eso no entraba en mis planes!). Lo inteligente, en esos casos, es adaptarse a ese cambio y dejar que la vida fluya en lo novedoso e imprevisto.
Hay que atreverse a ser otro cuando la Vida nos reclama a gritos aceptación serena de lo que al principio vivimos como impertinencia. El único escenario válido es el de la realidad de los tiempos que nos han tocado vivir, no el que imaginamos un día. Aprende a fluir con la incertidumbre. Ese es tu poder.