Humor negro a raudales exuda de estas hazañas quijotescas de don Rafael Eguren, poeta e intelectual de provincias que tiene mucho, sin duda, del propio Ostiz, en su primera época, quizás, de poeta. La trama se pinta sola. El personaje central, profesor y bibliófago, decide ausentarse de la capital pamplonesa (Umbría, en el libro) y de sus mefíticos vapores para encontrar la paz y el equilibrio en el campo. El lugar elegido es un antiguo molino enclavado en un paraje idílico. Nuestro personaje, que en muchas cosas recuerda, hasta físicamente, al de Kennedy O´Toole en su "Conjura De Los Necios", va de inocente por la vida y cuál no será su sorpresa cuando una buena mañana se apercibe de la presencia en las inmediaciones de su molino de dos individuos con teodolito y cinta métrica que toman cotas y dimensiones de los parajes cercanos. Así comienza una saga increíble que demuestra el buen conocimiento que el autor tiene de los negocios inmobiliarios en la Navarra de los 80/90. Son numerosos los personajes de "Las Pirañas" que vemos aparecer aquí de nuevo, así Pipe Rala, el abogado Andosilla, etc. y muchos otros son intercambiables y bastante identificables.