Para Ignacio Losada, los sucesivos y descacharrantes reencuentros con Carlos, su hermano mayor, un jugador yeyé en las últimas, supondrán bastante más que el ejercicio de la piedad con alguien acosado, simultáneamente, por la sed metafísica y un ejército de matones; una transferencia de gestos y culpas le enfrentará a la fragilidad de sus entusiasmos y al presagio constante de la tragedia, para depositarle bruscamente en los demasiado ciertos páramos de la edad adulta. Entre trepidantes aventuras en el bajo mundo barcelonés, reservados dudosos y tugurios, ardides, fugas y envites, bajo la invocación de Chester Winchester, el enano español que se suicidó en Las Vegas tras el logro de un imposible en la mítica del jugador, los dos hermanos rendirán tributo al azar y al cálculo, que han hecho de ellos lo que son y lo que serán en una ciudad en la que, en palabras de Alfonso Costafreda, «todo temor mío encuentra aquí su nombre».
Una espléndida e inquietante novela con la que Francisco Casavella confirmaba plenamente las esperanzas suscitadas por El triunfo, su celebrada ópera prima; una pieza tan excitante como equilibrada, llena de giros sorprendentes y mecanismos cinematográficos, erigida sobre un subtexto de mentiras, imposturas, ficciones, falacias. Con encendida viveza y estimulante variedad de registros, he aquí una de las obras más redondas de un autor que dejaba con ella de ser promesa para convertirse en realidad palpable, que el paso de los años no ha hecho más que ratificar.