Había una vez dos ratoncitos y dos hombrecillos que vivían en un laberinto. Estos cuatro personajes dependían del queso para alimentarse y ser felices. Como habían encontrado una habitación repleta de queso, vivieron durante un tiempo muy contentos. Pero un buen día el queso desapareció.
Esta fábula simple e ingeniosa puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida. Con palabras y ejemplos comprensibles incluso para un niño, nos enseña que todo cambia, y que las fórmulas que sirvieron en su momento pueden quedar obsoletas. El queso del relato representa cualquier cosa que queramos alcanzar (la felicidad, el trabajo, el dinero, el amor) y el laberinto es la realidad (con zonas desconocidas y peligrosas, callejones sin salida, oscuros recovecos y habitaciones llenas de queso).