Xavi Ayén debe de poseer una pócima secreta que predispone a los autores que entrevista a contar sin tapujos sus vidas. Incluso consigue hacer hablar a los que se niegan a ser entrevistados como Gabriel García Márquez o Peter Handke, que le corta en seco al detectar una pregunta. Será que son más conversaciones que entrevistas, a menudo en casa del autor o paseando por la ciudad en la que vive, o viajando en metro como con Kenzaburo Oé.
En total son treinta premios Nobel a los que Ayén aborda a menudo en sucesivos encuentros. Cada uno ha sido premiado por razones distintas por la Academia Sueca, expuestas en la ficha introductoria de cada autor. Cada uno ha desarrollado un método de escritura propio y se preocupa por cuestiones dispares. La coreana Han Kang, cuando escribe sobre la nieve, se desplaza donde haga falta para pisarla y sentirla caer. Imre Kertész no supera los remordimientos por haber sobrevivido a los campos nazis, donde confiesa haber tenido momentos felices. Orhan Pamuk asegura no haber salido nunca de su habitación en Estambul y reclama la Europa de la Ilustración y no la cristiana para que Turquía pueda formar parte de ella. Nadine Gordimer explica cómo fue consciente del apartheid viendo que los negros eran atendidos fuera de una tienda, tras una barrera. Tomas Tranströmer toca una pieza de piano para una sola mano de Mompou, la única que todavía puede usar. Vargas Llosa recibe la noticia del Nobel por teléfono el mismo día de la entrevista.
En definitiva, un libro para disfrutar de unas suculentas conversaciones sobre literatura, pero también sobre temas capitales de nuestra historia y sobre el modo de encarar la vida. Con una brillante introducción, además, que revela cómo ha actuado la Academia Sueca para elegir los laureados a lo largo de la historia.