El permafrost es esa capa de la tierra que nunca se funde y es también la membrana que cubre la protagonista, una mujer con pulsiones suicidas que se protege de todo cuanto la rodea pero se entrega al sexo con otras mujeres, a la literatura y al arte. El pulso entre los placeres más carnales y la muerte es constante, así como el tono mordaz de una protagonista que nos gana con su inteligencia desde la primera página. Un debut sorprendente sobre el cuerpo, el sexo, el yo; una obra aguda y directa que reivindica la libertad femenina en el placer y en la soledad.