A medida que la globalización nos reúne económicamente, ¿convergen también nuestros valores? Según Ignatieff, los derechos Humanos se quedan cortos. A partir de diálogos con brasileños de las favelas, africanos que viven en chozas, granjeros japoneses o pandilleros en Los Ángeles, Ignatieff se encontró con que, mientras que los derechos humanos son, si acaso, el lenguajede los Estados y las élites, el lenguaje moral con el que se identifica la gente de a pie es otro: el de virtudes cotidianas como la tolerancia o el perdón.