En la antigua Nínive, a orillas del Tigris, en la época de mayor
esplendor de Mesopotamia, el implacable rey Asurbanipal
construyó una gran biblioteca para atesorar su colección de
tablillas, como las de la Epopeya de Gilgamesh. El monarca está
a punto de quemar vivo al profesor que le enseñó el amor por la
poesía, pero que lo ha traicionado. Pronto el imperio asirio se
derrumbará y quedará sepultado durante siglos.
Este es el punto
de partida de «una novela brillante e inolvidable» (Mary Beard)
en la que Elif Shafak hila con maestría la historia de tres
personajes marginales cuyas vidas, desde el siglo VI antes de
Cristo hasta nuestros días, están unidas por una gota de agua
que renace a través de ríos y siglos.