Un hombre con problemas de insomnio reflexiona sobre su vida, su matrimonio y el paso del tiempo. En El río de noche, Huizenga se sumerge en las profundidades de la consciencia a través de las vicisitudes y digresiones de su protagonista, Glenn Ganges. A veces retrocede en el tiempo, como al criticar la burbuja puntocom de finales de los noventa; otras, cambia el punto de vista y se dedica a proponer técnicas para conciliar el sueño, mientras Glenn reflexiona acerca de qué manera perciben el paso del tiempo los geólogos y los gurús de la productividad, o nos habla de los placeres y las penurias del matrimonio, cuando se sufren decepciones o se traiciona la confianza del otro. Huizenga parece construir la historia como si se tratara de una sinfonía: establece ritmos, aborda constantemente temas nuevos (a los que luego regresa una y otra vez), añade y elimina escenas. En definitiva, contrae y estira el tiempo. El río de noche es una obra maestra de la novela gráfica moderna; formalista al tiempo que empática, imaginativa y sumamente divertida.