Liniers nació y se puso a dibujar. Primero le dibujó toda la cara a su hermana con un bolígrafo, algo que el autor no recomienda. Siguió dibujando historietas en el colegio porque jugaba muy mal al fútbol. Siguió dibujando en la universidad porque le aburrían las clases de derecho. Nunca paró de dibujar, hasta que un día consiguió trabajo de dibujante. Se marchó a dibujar a la Antártida, a Rosario, a Praga y a muchos otros lados. Seguramente, en este preciso momento, esté dibujando en algún rincón del planeta.