Inquietantes, fascinantes y profundamente humanos, los personajes que habitan El buen mal se encuentran en un punto de no retorno, en el momento previo a que algo insólito suceda, algo que los sitúa en estado de máxima alerta y receptividad. Lo que da un giro inesperado a sus vidas a veces es un accidente, otras la incapacidad de afrontar el dolor o la culpa y, a
menudo, la irrupción de un extraño que les aporta una nueva forma de ver la realidad.