Colección de breves diálogos escritos por Alice Michel, una autora completamente desconocida que nos cede la valiosa instantánea de Degas en su estudio, durante sus últimos años creativos.
Poco o nada se sabe acerca de Alice Michel. ¿Nombre verdadero o seudónimo? En cualquier caso, su manera de retratar al septuagenario Degas demuestra que estuvo tan cerca de él como las modelos que aparecen en la novela. Pauline, una de las muchas que posaron para él, quedó inmortalizada por Alice Michel en 1919, cuando Mercure de France, meses después del fallecimiento del artista, publicó en dos entregas el relato Degas et son modèle, en el que se describe cómo se comportaba y trabajaba el artista en su taller durante los primeros años del siglo XX. Al viejo Degas los años le habían convertido en un tipo irritable y gruñón; confinado en su estudio y aislado socialmente, tomaba el pulso de sus coetáneos a través de chismes y anécdotas que las modelos le contaban durante las sesiones.
El personaje de Pauline responde al perfil de la autora —lo que le evita usar la primera persona. Poco se sabe de ella, ya que Pauline no cuenta nada de su vida fuera del estudio, tal y como ocurre con Zoé Closier, la vieja ama de llaves que cuidó incesantemente del artista a lo largo de un cuarto de siglo. El estudio es frío y está descuidado como el propio Degas, que se presenta además como un tipo huraño, hosco y vulgar en el trato con las mujeres que le rodean. A pesar de ello, Degas y su modelo es un retrato cariñoso del viejo artista, en el que sus enojos se convierten en anécdotas disparatadas y su manera de despotricar, en un canturreo ininteligible que divierte a los pocos que se le acercan.
