La amistad entre Énile Zola y Pauk Cézanne se erige como uno de los más reseñables jalones del mundo cultural europeo, y su correspondencia es una ventana privilegiada a la mente y corazón de ambos. Sus vicisitudes causaron y siguen causando fascinación en el mentidero cultural: a constante duda de Cézanne, el trabajo de Zola para asimilar el enorme éxito, el sufrimiento de un artista incomprendido, las tomas de posición públicas... Uno de los más prominentes escritores del siglo XIX y uno de los pintores más grandes de la historia, ambos, iconos de la modernidad, dejan ver sus debilidades a lo largo de una relación epistolar que, como por arte de birlibirloque, acaba bruscamente, de modo que ha dado lugar a las lecturas más esotéricas.