Puede que Teo Muchosdedos no sea una persona particularmente lista. Pero sus manos se mueven con tal sabiduría que las mil y una tareas de su granja van quedando resueltas a toda velocidad. En la aldea son famosos sus excelentes pasteles de manzana, pero lo que realmente maravilla a quienes le conocen es que en el jardín de Teo las plantas adquieren las más asombrosas formas, siempre con naturalidad y belleza. Teo tiene paciencia y sabe escuchar la voz de la naturaleza. Hasta que un día llega el riquísimo caballero Damián del Oro. Decidido a que el humilde granjero trabaje para él, no dudará en traicionar su confianza y retenerlo por la fuerza en sus dominios. Sin embargo, el caballero del Oro olvida algo importante, el poder de la perseverancia y del amor por las cosas bien hechas.
