Tras un año trabajando de ayudante de veterinario en el pequeño pueblo de Darrowby, James ha logrado ganarse el respeto de los granjeros de la zona y de su jefe, Siegfried. Cuando recibe una llamada para atender a un ternero herido, James conoce a Helen Alderson, una fascinante y atractiva joven a quien intentará acercarse a través de una serie de citas con desiguales resultados, mientras continua con su labor de veterinario rural a lo largo y ancho de la campiña inglesa.
Herriot vuelve a demostrar una profunda empatía, un humor brillante y un auténtico amor por la vida en un libro con el que reír, llorar y deleitarse con los retratos de sus muchos pacientes animales y de sus variopintos dueños.