Publicado en 1894, Los placeres y los días prefigura sin duda, por un lado, la genial creación de En busca del tiempo perdido, pero por otro es la mejor manera de iniciarse en la lectura del autor francés que puede hallar quien se sienta abrumado ante su imponente hermana mayor. El libro es, en efecto, una deliciosa recopilación de relatos, estampas sueltas, impresiones y reflexiones que por su perfección y atmósfera suspenden el ánimo del lector, así como de pinceladas y esbozos de situaciones y personajes que más tarde habrían de aparecer en su obra magna.