La resonancia de una honda voz de poeta.
Una estrofa popular abre este poemario: «Llamadme amparo,/ el enfermo buscaba el alivio/ malito, y yo no lo hallo». Luego, Niño de Elche hilvana sus estampas dedicadas al hogar, que caldea la memoria y abriga contra los embates de la vida. Surge la imagen de sus padres, andaluces afincados en Elche para trabajar en las fábricas de calzado; la casa, la madre que cocina a fuego lento; días entre ovejas, una escopeta de un solo cañón que perteneció al abuelo y su hambre, la que dejó su huella... Hasta llegar el niño Paco, su presente, cómo sigue la búsqueda a través del arte, con «la entereza de saberse parte de una historia ya escrita, con la determinación y tranquilidad que
otorgan reconocer que toda holladura será borrada por el tiempo».