El intenso amor de Bérénice Einberg hacia su madre y su hermano no encuentra la respuesta acorde. El rechazo contra lo establecido será su reacción. De exilio en exilio, de renuncia en renuncia, Bérénice perderá el último bastión de su inocencia en la guerra de Israel. Todo empieza en una isla en mitad de un río, la abadía donde viven ella y su familia, cruzada por un puente ferroviario parece "un cervatillo durmiendo entre las patas de un elefante". Con la misma poesía, solo con la imaginación como arma, no renunciará a lo absoluto, se rebelará contra el vasallaje de un mundo adúltero, viajaremos en su compañía con la palabra como único templo de devoción.