En 1979, un joven que sueña con ser escritor es destinado al País Vasco por leva obligatoria. Su nombre: Antonio Muñoz Molina. En el cuartel, un mensaje: «Conejo, vas a morir». Ardor guerrero es memoria valerosa, documento implacable y alegato contra la intolerancia. Un libro que quema en las manos y se vive con intensidad inolvidable.