Una y otra vez la poesía de Rosario Castellanos nos recordó que la vida no es eterna y el sufrimiento no es molestia accidental sino la condición misma de la vida. Pero lo hizo en un lenguaje de tanta fluidez y luminosidad que la impresión final no corresponde a la pesadumbre sino al goce ante el trabajo artístico bien realizado.
Del prólogo de José Emilio Pacheco