Las cartas de Jane Austen son un tesoro. Un tesoro de sinceridad, que sin un ojo puesto en la posteridad, nos muestran a la persona que ella fue con su alegría de vivir, sus inmensas energías, su sentido del arte y su confianza en la genialidad de su obra. Su mirada irónica, a veces compasiva y a veces mordaz, se posa en las debilidades y grandezas que nos hacen a todas y a todos seres humanos. La correspondencia de Jane Austen nos envuelve en un mundo que, aunque lejano del nuestro, es perdurable y evocador. Es una suerte poder conocer a Jane, toda vehemencia y expresividad, a través del resquicio abierto a la vida diaria que son sus cartas, donde en raudal apacible, fluyen sus gustos y disgustos, sus querencias y sus antipatías y, ante todo, su confianza y conexión profundísimas con su hermana Cassandra. Ahora podemos sentir que Cassandra nos pasa el testigo para convertirnos en hermanas de Jane.
¿Quién fue Jane Austen? Sus cartas nos la revelan real e irónica, cariñosa y genial. 250 años después nos sigue fascinando y conmoviendo.